Fernando Oñate-Valdivieso
La expresión “todos los caminos conducen a Roma” fue acuñada en base al hecho de que era tan extensa la red de caminos que existía en el antiguo imperio romano, que prácticamente desde cualquier lugar del imperio era factible ir a su capital. Parafraseando, muchas personas aseveran y posiblemente creen que “todas las religiones conducen a Dios”, ¿pero esto es así?
En realidad, existen similitudes entre varias religiones, especialmente en temas macro, que tienen que ver con aspectos de ética y moral, pero estas similitudes son solo la punta del iceberg, las diferencias pueden ser abrumadoras. Creer que todas las religiones conducen a Dios podría originarse en el desconocimiento de los principios y sistemas de creencias de cada religión, que podría crear una pobre imagen de estas, ocasionando la confusión; y es que evidentemente, no todas las creencias pueden ser verdaderas; lo ilustro con un ejemplo: los cristianos son monoteístas, en tanto que los hinduistas son politeístas ¿Cómo podrían ser ambos conceptos verdaderos? Claramente, no todas las religiones conducen a Dios, quizá intentan llegar a Dios, pero el camino es uno solo.
La Biblia recoge las palabras de Jesucristo: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14). El hombre puede establecer sus dogmas, doctrinas, medios, leyes, ritos ceremoniales y hasta sacrificios para poder atraer a la gente, y supuestamente llevarlos a Dios. Muchos pueden autoproclamarse líderes religiosos, intercesores de los débiles o gurús espirituales para llevar a otros al dios que conciben de acuerdo a su fe religiosa, pero esto es en vano, porque la Biblia insiste, diciendo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre” (1 Timoteo 2).
Si bien todos son libres de escoger en que creer, pero “no dejen que nadie los engañe con filosofías erradas y huecas, basadas en tradiciones humanas y en los poderes que dominan este mundo, y no en la enseñanza de Cristo” (Colosenses 2). Al final la redención no está en ninguna religión, sino en una relación verdadera y genuina con Cristo Jesús. La salvación no está en filosofías humanas, o en ideas esotéricas, tampoco está en rituales aburridos o en estatuas que “tienen boca, y no hablan; tienen ojos, y no ven; tienen orejas, y no oyen; y tampoco hay aliento en sus bocas” (Salmos 135), la salvación está en nuestro único mediador ante Dios: Jesucristo hombre.