Luis Pineda
El inicio del año escolar es una situación agridulce. Tanto padres y madres de familia se alegran de que la niñez y juventud vuelvan a las aulas, luego de dos años de cuarentena por la pandemia. Para el sector estudiantil las emociones de volver a reunirse con las amistades después del aislamiento obligado por el virus.
Pero, la otra cara de la moneda son los egresos económicos y las deficientes condiciones de la infraestructura de la mayoría de los locales escolares.
Desde el Estado, la poca importancia de todas las políticas sociales, especialmente en lo referente a la salud y educación.
Como si fuera poco, los modelos educativos son retardatarios y fuera de tiempo. Es hora de volver los ojos a la educación liberadora, tal como lo propone Paulo Freire:
“¿Es posible transformar la sociedad si no se transforma la manera en la cual se educan las personas? ¿Es posible transformar la educación para la opresión en educación para la liberación? ¿En qué consiste la educación liberadora? En particular la que propone el educador brasileño Paulo Freire (1921-1997).
Para comprender la idea de la educación liberadora, primero, se hace necesario entender la concepción que pretende superar: la educación bancaria.
En su libro «Pedagogía del Oprimido», Paulo Freire critica el espíritu de la concepción bancaria, para la cual la educación es el acto de depositar, de transferir, de trasmitir valores y conocimientos.
Frente a la educación bancaria, cuyo propósito es la domesticación social, Paulo Freire propone la educación liberadora, la cual comienza con la superación (no la inversión) de la contradicción educador-educando.
De acuerdo con Freire, la educación desde esta perspectiva involucra el acto de conocer y no la mera transmisión de datos. De esta manera maestros y estudiantes comparten un mismo status, construido conjuntamente en un diálogo pedagógico caracterizado por la horizontalidad de sus relaciones.
La educación liberadora no se considera apolítica, ni no ideológica: tiene un propósito claro que es la revelación y el desmontaje de las estructuras de la dominación, no solo educativas sino sociales.
La educación liberadora promueve el diálogo, a través de la palabra, como lo fundamental para realizar el acto cognoscente, despierta la creatividad y la crítica reflexiva en el educando, refuerza el carácter histórico de los seres humanos, promueve el cambio y la lucha por la emancipación.
Frei Betto, teólogo brasileño, continuador de la obra de Freire ha dicho al sobre la educación liberadora y su concreción en la educación popular: “es el método del socialismo, y el socialismo el nombre político del amor”.