El encuentro con las carreteras sin señalética

César Correa

En la tarde del viernes 14, el calor era insoportable porque teníamos un sol abrasador, que me quemó desde Loja hasta La Naranja (Espíndola), pasando por Gonzanamá y Quilanga, pero al terminar la tarde se hizo presente la lluvia y al regresar sentimos con preocupación las deficiencias de la señalética, que en el trayecto de Quilanga a Gonzanamá ha desaparecido, sobre todo en territorio perteneciente al cantón Gonzanamá.

Los que estábamos viajando nos preguntamos ¿Por que no intervienen los Municipios de Gonzanamá y Quilanga, colocando por lo menos la línea amarilla central? En ningún momento podemos pensar que es por falta de recursos económicos. ¿Es por desidia e inoperancia de las autoridades seccionales?

En la carretera de Río Pindo a Amaluza también se ha borrado la pintura en algunas partes y se siente la falta de señales horizontales. ¿Podrá remediar este problema la alcaldesa de Espíndola?

Entre Catamayo y Loja existen bastantes tramos, cortos por cierto, de unos cien metros, en los cuales no han quedado señales ni horizontales ni verticales, que se vuelven peligrosos con la presencia de las lluvias, porque los conductores se quedan sin visibilidad, sin poder saber si están moviéndose correctamente dentro de su carril.

Por las mismas circunstancias el peligro acecha entre Las Chinchas y Velacruz, que en los meses siguientes casi todas las noches contará con espesa neblina.

Como estamos viviendo el encuentro con los oídos más sordos de la Historia Nacional, escribo esta denuncia sin esperanza de recibir una respuesta adecuada; lo hago porque debo hacerlo, porque estimo obligatorio para el periodista hacerlo.

Las autoridades de Turismo, los candidatos, los operadores hoteleros, los municipios y todos los que de una u otra manera tienen que estimular las actividades turísticas deben sumarse a este reclamo; no se diga los representantes de los transportistas.