Antonio C. Maldonado V.
Una vez que se ha salido de las conflictivas elecciones de febrero, que se podrían calificar como una colección de absurdos porque mantuvieron en la indecisión a los electores que se los obligó a pronunciarse en las urnas por candidaturas que, según los medios de comunicación y el CNE, resultaban “ilustres desconocidos” como fue la elección de los nuevos consejeros del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social —Cpccs— al igual que el contenido de la Consulta Popular; difundido en un texto de 10 páginas, que, de tener tiempo y comprender su contenido, muy pocos pudieron interesarse, por consiguiente corresponde a las nuevas autoridades preocuparse a fondo por problemas para el desarrollo del país que solamente los tocaban pero sin definir las metas que se piensan alcanzar.
Nos queda a todos por delante, en forma permanente, siempre preocuparnos por la calidad de la educación ya que si bien, todos los elegidos se interesan para que en el presupuesto nacional se haga constar, igual que para salud y seguridad, una cantidad suficiente de dinero que haga cumplir con eficiencia los objetivos propuestos, pues, aunque se ha progresado en este rubro no nos podemos conformar con lo obtenido. Pese a haberse dictado, en varios gobiernos, la obligación de alfabetizar a toda la población huérfana del servicio a fin de que el niño, el joven como el adulto alfabetizado no se considere como tal simplemente porque puede deletrear un casillero de servicios públicos o privados o algo similar, sino participar activamente en el análisis de lo que sucede en el país para estar presente con su criterio fundamentado en defensa o apoyo, según el caso, de los dictámenes que emanan de los poderes del Estado así como lo que acontece con las organizaciones privadas, existen lagunas de diversa índole en la educación.
Así mismo es muy importante que las nuevas autoridades, así como las reelegidas para un nuevo periodo, tomen en cuenta que la calidad de la educación debe partir desde la enseñanza primaria, igual que el rol que le toca cumplir a la familia en este orden y restituir por ejemplo, como existía en el pasado, el Comité de Padres de Familia que se preocupaba del cumplimiento de la calidad educacional y la exigencia a los educadores para que —permanentemente— actualicen los conocimientos compartiéndolo con sus educandos. La tarea debe hacerse en forma paralela e impostergable con la familia ya que, actualmente, existe en el país una incontrolable epidemia de violencia y uso de armas, por habitantes de todas las edades, en el cometimiento de delitos; el Estado por su parte debe trabajar en proveer a los centros de educación de profesores profesionales en psicología para tratar el problema con los alumnos.