La paz se la construye cada día

Por Ruy Fernando Hidalgo Montaño

En el año 1981, la Asamblea General de las Naciones Unidas decidió establecer un día consagrado a la paz a nivel internacional, pero solo fue veinte años después que se señaló cada 21 de septiembre para su conmemoración.  Pero lamentablemente muchos ciudadanos ni saben de esta importantísima celebración, y los que están enterados no le dan la trascendencia debida. Es que nos equivocamos del medio a la mitad, cuando creemos que son solo los estados los que tienen que velar por la paz en el mundo, pues no es así, cuidar la paz nos atañe a todas las personas que habitamos la Tierra, porque de ello dependerá nuestra supervivencia como también la de los que nos siguen, o sea las nuevas generaciones

Con el ambiente tan tenso que se vive en nuestro país, como en toda la región, tanto a nivel político, y social es preciso que nos despertemos de esta pesadilla de corrupción, hambre, inseguridad y encima una inestabilidad espantosa en todos los poderes del estado, que parecen estar carcomidos, por una polilla, que poco a poco va apoderándose de las estructuras morales y éticas de la patria. Solo basta con abrir los diarios locales o nacionales, para quedarnos pasmados ante tanta delincuencia, procedentes de todos los estratos sociales, roban tanto los de cuello blanco, como los descamisados, la única diferencia es que, los de arriba quedan impunes, y los de abajo son castigados con todo el rigor de la ley, los de cuello blanco se van sin dejar huellas, aún con grilletes, que se los sacan y se fugan igual. Las clases populares caen fáciles en las garras de las bandas y carteles del narco, que se han tomado las calles de las ciudades del Ecuador, las clases populares, son víctimas de la pobreza e ignorancia, en la que los han sumergido, los de arriba, que, en cambio, son presas de una inmensa ambición y sed de poder

En ese desolador panorama, creo que todavía es posible soñar y construir la paz, que tanto necesitamos y hace ya mucho tiempo, se ausentó de nuestra rutina de cada día, pienso que, si todos ponemos nuestro contingente, podemos a pesar de los pesares,  pacificar esta nación y esta ciudad que tanto amamos, en la que vieron la luz nuestras primeras ilusiones, de vivir en una patria tranquila, de enamorarnos, de estar junto a los seres amados abrigándonos en el fuego vivificador que solo espera, en la casa de uno, volver a dormir sosegados sin tanto sobre salto, dar la bienvenida a un recién nacido, y despedirse como se debe de los que se van, en este puerto de idas y venidas que es, el mundo. En una palabra, volver a vivir, respirar y construir la paz, que tanto extrañamos.