Benjamín Pinza Suárez
El Ecuador perdió el rumbo del desarrollo, del progreso, de la inversión en la obra pública que tanto bien hace a la dinamización de la economía, a la generación de fuentes de trabajo, al comercio, al turismo y al adelanto de nuestros pueblos y todo, por insensatez, revanchismos y porque continúan pesando más la falta del sentido de patria, la sinrazón y el cinismo.
Nada es más peligroso para una sociedad que el odio visceral y la mentira introducidos como norma de vida en las personas, porque mata la capacidad de pensar, discernir y actuar.
Nadie quiere vivir en una sociedad dividida, carente de valores y de principios. Las personas sensibles, inteligentes, que sueñan en lo mejor para sí, para su familia, para sus amigos, para su país, siempre anhelan vivir dentro de una atmósfera de sosiego, donde el respeto y la consideración al otro, sea la norma que guíe el diario vivir; donde la comprensión, la solidaridad, el apoyo mutuo sea la mejor actitud y en donde el derecho al trabajo, a la superación, al bienestar, a la sana diversión, sean la más saludable conducta humana. Las personas felices son aquellas que nunca están pensando en hacer daño a los demás, sino en ser útiles a sus semejantes. Y ese debe ser el deber de quien desea dirigir los destinos de una nación. El auténtico líder es quien conoce la realidad profunda de su país y de su ámbito geopolítico; sabe actuar con prudencia, inteligencia, con sabiduría y coraje, en busca las mejores alternativas de bienestar, progreso y desarrollo para su pueblo. Contrariamente, un falso gobernante es quien ignora la realidad, esgrime con mucha habilidad las armas del engaño, la mentira, la manipulación y el cinismo. Bien lo decía el filósofo Séneca: “El cinismo es la actitud despectiva hacia la virtud y la moral. Es una enfermedad del espíritu que socaba la base misma de la civilización. El cínico es incapaz de elevarse por encima de sus impulsos animales; es contrario a la filosofía estoica que, en cambio, aboga por la sabiduría y la virtud como los pilares fundamentales de una vida significativa…”
Los ecuatorianos estamos atravesando por una grave crisis que cada vez se vuelve más profunda. El país no soporta más esta crisis, con problemas de inseguridad, cuyas cifras son espeluznantes, pasamos de 900 asesinatos en el 2016 a 7 mil en el 2023 y una tasa superior a 35 asesinatos por cada 100 mil habitantes, lo que nos ubica entre los países más inseguros del mundo. La crisis del desempleo se refleja en las estadísticas que demuestran que 27 de cada 100 ecuatorianos viven en la pobreza y extrema pobreza con un dólar cincuenta al día. Y para rematar, hoy mismo estamos soportando la crisis energética, volviendo, “a la hora de Sixto”. Muy bien se ha dicho que: “El hambre existe, no por lo difícil que es saciar el hambre de los pobres, sino porque es imposible saciar la codicia de los ricos”.
La situación del país es insostenible, por lo que se impone la urgente la necesidad de superar esas absurdas y necias rivalidades que se dan en las redes sociales con posturas a favor y en contra de consensos entre las diferentes tiendas políticas. Ya le pasó al señor Lasso, que, por no sentarse a buscar concesos con las diversas tiendas políticas, fracasó en su gobierno al llegar a tener el 13% de aceptación popular y ocupar el último puesto dentro de los presidentes latinoamericanos.
Estas dolorosas experiencias deben llenarnos de sensatez y amor de patria para exigir a los políticos y al nuevo presidente que actúen con sindéresis, libre de broncas absurdas y sean capaces de superar rivalidades para poder plantear las mejores soluciones a las urgencias demandas del pueblo ecuatoriano.