La Loja ideal

Benjamín Pinza Suárez

El apelativo que se le dio a Loja como “el último rincón del mundo” que suena a una especie de congoja y lamento irremediable, nos ha mantenido acurrucados junto al Zamora envueltos en el más cruel y espantoso conformismo. Este patronímico estuvo bien para aquellos tiempos de absoluto enclaustramiento en el que vivió Loja. Pero de ahí acá, las cosas han tomado otro revuelo exigiéndonos, a todos, a ser capaces de impulsar nuevas acciones, exigencias y nuevos derroteros en pro de una nueva visión de ciudad y provincia, absuelta de alcanforismos, desuniones, incomprensiones, celos y egos absurdos.

La proclama que debemos levantar hoy en día, con energía, valor, altivez y capacidad visionaria, es lograr convertir a Loja en la capital del conocimiento, de la producción científica, económica, industrial, tecnológica, artística, cultural, turística e intelectual. Contamos, para ello, con tres universidades y con una formidable base de profesionales en los diversos campos de especialidad, a más de la empresa privada y de buenos emprendedores que están buscando los mejores acuerdos y oportunidades para invertir en su tierra.

La lucha por lo imposible se logra empezando por lo posible y, uno de esos posibles, está en nuestras manos que es la unidad lojana que nos permita juntar voluntades, iniciativas, talentos, anhelos y sueños colectivos.  Ello es factible alcanzarlo renunciando a esa actitudes mezquinas y enfermizas de pelearnos entre nosotros mismos. ¿A quién le hace bien eso de lojano como lojano? Absueltamente a nadie. La crítica fundamentada, sana, objetiva, argumentada, reflexiva y propositiva siempre nos hará bien a todos y, contribuirá a trazar salidas en pro del progreso y adelanto de esta tierra. No así la crítica malsana, incisiva y mordaz, que arruina toda buena iniciativa, propuesta, proyecto y aspiración, con lo cual se termina por aplaudir al mediocre y destruir al que, con obras, demuestra entrega y capacidad. “Cambiar el mundo, no es una locura ni una utopía, sino justicia”, así lo sostiene Don Quijote de la Mancha.

El ejemplo de Cuenca es digno de imitar. Ellos, con unidad, no dejaron que sus fiestas de aniversario dejen de celebrarse como una fiesta nacional, lo que, en cambio, sí sucedió con Loja. Y en estos cuatro días de festividades de Cuenca invirtieron cuatro millones de dólares para promocionar debidamente sus atractivos turísticos, logrando atraer un importantísimo flujo de turistas que dejaron como resultado 40 millones de dólares.

Los lojanos tenemos que ser persistentes con el compromiso de honor de luchar día a día, codo a codo, hasta ver ubicada a esta tierra en el más alto pedestal del progreso y, en ese empeño, es que debemos emplear los mejores mecanismos para encontrar la luz de la unidad a efectos de alcanzar juntos, el ideal de una Loja próspera, innovadora y proyectiva.  El compromiso de unidad y de renunciamiento a toda forma obstruccionista, será el mejor homenaje que se rinda a Loja en su aniversario de independencia. A la Loja ideal hay que construirla dando respuestas a estas interrogantes: ¿Qué tuvimos? ¿Qué tenemos? ¿Qué nos falta? ¿Cuál es la Loja que soñamos? ¿Cuál es la ruta a seguir? ¿A qué debemos renunciar y a qué debemos comprometernos? Estas son las preguntas claves que cada uno de nosotros tenemos que responder para ubicarnos en los nuevos tiempos y de esta forma, evitar quedarnos adormecidos en el “último rincón del mundo”.