La gran rebelión de Tupak Amaru II

Campos Ortega Romero

camplin2010@hotmail.com.

“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, esta célebre frase atribuida por unos, al poeta y filosofo estadounidense de origen español Jorge Agustín Nicolás de Santayana y Borras y otros al abogado, periodista, político, estadista argentino, y presidente de Argentina (1874 y 1880), Nicolás Avellaneda. Por ello consideramos inventariar nuestra historia como parte viva de los pueblos en busca de la libertad, para dejar atrás la opresión y obscurantismo de nuestra realidad, para caminar por el sendero de la dignidad y la libertad, que buscó desde siempre Tupak Amaru II, aun a costa de su vida.

Tupak Amaru II, considerado como un héroe nacional en Perú y otros países de la región sudamericana, su nombre se ha convertido en un símbolo de resistencia y liberación para los pueblos indígenas de América Latina. Luchó por la libertad de toda Hispanoamérica ante las imposiciones españolas y consiguió eliminar la esclavitud el 16 de noviembre de 1780 en los países pertenecientes al territorio. José Gabriel Condorcanqui o Quivicanqui, verdadero nombre de este personaje histórico, provenía de la dinastía real de los incas, ya que era tataranieto de Juana Pilco-Huaco, la hija de Túpac Amaru I, el último rey inca. Su padre fue el cacique quechua Miguel Condorcanqui del Camino, mientras que su madre, la mestiza Rosa Noguera Valenzuela.

La “Gran Rebelión” forma parte de uno de los mayores eventos en la biografía de Túpac Amaru II, “que significa: serpiente resplandeciente” pues fue uno de los mayores levantamientos indígenas contra la opresión hispana en América Latina. Esta dio comienzo en noviembre de 1780, cuando el líder aborigen ordenó una sublevación en la región del Cusco, Perú. El objetivo de la misma no era otro que la independencia de los indígenas y la restauración del imperio inca. Túpac Amaru y sus adeptos lograron tomar varias ciudades importantes, incluyendo el Cusco. Una de las principales reivindicaciones de este movimiento era terminar con las diferencias entre la población indígena y el resto de los habitantes de esta región de Sudamérica. Esta revolución se extendió pronto a otros territorios que forman parte de los actuales países de Bolivia, Chile, Argentina, Ecuador y Perú. Túpac Amaru II empezó su lucha capturando y ejecutando al corregidor de Tinta, Antonio de Arriaga. Su siguiente paso, apoyado y aconsejado por su mujer Micaela Bastidas, fue acabar con el trabajo en las minas de Potosí y con el sistema de comercio establecido entre la metrópoli española y las colonias americanas.

Las milicias rebeldes comenzaron a acumular victorias y esta situación obligó a una reacción por parte de las fuerzas españolas. El virrey Agustín de Jáuregui, con la ayuda del visitador español José Antonio de Areche, inició un reclutamiento de tropas, no solo en el Perú también en otros lugares, como Cartagena de Indias, para acabar con la rebelión. La Batalla de Cusco, ganada por los españoles, supuso un punto de inflexión en esta contienda. El ejército de Túpac Amaru II comenzó a desintegrarse y el caudillo inca inició su huida. Una traición permitió que las tropas realistas le apresaran en abril de 1781, después de la Batalla de Checacupe. Túpac Amaru II fue obligado a presenciar la ejecución de sus aliados, su mujer y sus dos hijos. Sin embargo, no pudieron claudicar su fuerza ni el poder de su legado. Luego de ser sometido a un intento de descuartizamiento al amarrarlo a los caballos, Tupak Amaru alzó la voz y aseguró a los presentes “¡¡¡Volveré y seré millones!!!” Después, le cortaron la lengua, como no pudieron despedazarlo con varios caballos tirando de cuerdas, al no conseguirlo lo decapitaron y luego lo desmembraron, asesinato que se realizó el 18 de mayo de 1781, tenía 34 años. Los restos de su cuerpo fueron exhibidos por diferentes ciudades de Perú como advertencia. Pero este asesinato no pudo evitar los posteriores levantamientos por la libertad del país. Consideramos que el movimiento liderado por Tupak Amaru II constituye un movimiento sin precedentes en la Historia de Hispanoamérica, que ocupó un territorio amplio –el sur andino y el Alto Perú y Bolivia—, que duró casi un año e hizo tambalear las bases de sistema colonial. Así sea.