La pequeñita ciudad está de fiesta

Diego Lara León

Algunas personas suelen decir que todo tiempo pasado fue mejor. Yo no creo eso. Yo considero que algunas cosas del tiempo pasado son añoradas. Creo que el pasado nutre el presente y es un indicador para construir el futuro.

La muy noble y muy leal, la ciudad de los dos juguetones riachuelos, la Inmaculada Concepción de Loja, este 18 de noviembre cumple 203 años de su gesta independentista, añoro la pasión con la que nuestros profesores nos contaban la historia de los próceres que arriesgaron su vida para permitir que esta sureña tierra obtenga su libertad. Como don Ramón Pinto, don José María Peña, don Nicolás García, don Manuel Zambrano, entre otros, arriesgaron todo por ese ideal de libertad y de desarrollo. Recuerdo con el civismo que repasábamos el “desfile del 18” que era el 17 y se desarrollaba a lo largo de la calle Bolívar, el “relajo” del “Bernardo” al finalizar el desfile, la altivez y firmeza con la que “se reclamaba” a los gobernantes de turno la histórica y recurrente desatención a las necesidades locales, los desmayos de “desfilantes” por no haber desayunado o por el “solazo”. Me acuerdo que me cupo el honor de, representando a mi colegio en uno de esos desfiles, parar frente a la tribuna de autoridades para hacer entrega de una carta que contenía un pliego de necesidades. Estoy seguro que esa carta nunca fue leída, pero el entusiasmo juvenil nos hacía imaginar que todos nuestros pedidos serían escuchados.

Como olvidar “los bailes del 18”, época privilegiada para salir a bailar, bueno salir e intentar bailar para quienes nacimos con dos pies izquierdos y con un desamor pronunciado ante el baile. Los bailes eran todo el mes de noviembre, empezaba con el de Centinela, de San Sebastián, de la Calle Quito, de la Cuxibamba, de la Nueva Granada, de la Ciudadela Zamora, de la Tebaida, Zamora Huayco y tantos más, pero siempre finalizaba ya en los últimos días de noviembre con el famoso y temido “baile de San Pedro”.

Mis papás religiosamente, como casi todos los ciudadanos de esta campiña lojana, sacaban las bien planchadas banderas, la del Ecuador y la de Loja, muy temprano el 18 de noviembre; y, era conversación obligatoria a la hora del almuerzo hablar de la gesta libertaria de 1820; claro, aquel día el almuerzo era mas tarde de lo habitual, pues llegábamos cansados, quemados, empujados y hambrientos luego de asistir a la esperada “parada militar”.

Los tiempos cambian, las sociedades evolucionan, pero lo que se reafirma cada año es el amor por Loja, por trabajar desde aquí o desde allá por hacer de esta tierra un mejor lugar.

Este 18 de noviembre emulemos a nuestros padres, contemos a nuestros hijos la historia de la gesta libertaria de 1820, pero también reflexionemos lo importante de visualizar el futuro, de construir la ciudad del mañana, viviendo y trabajando el presente.

Este año se retoma el desfile cívico, lo cual es un gran acierto, la niñez y juventud debe vivir el civismo por su tierra. Desde hace algunos años estas fechas coinciden también, con el Festival de Artes Vivas, ahora hay arte en las calles y en los teatros, vamos a disfrutarlo. Es momento de agradecer a quienes antes y ahora han construido y construyen lojanidad desde aquí y desde allá, con una pala o con un pincel, con un lápiz o con un bisturí, frente a un volante, un micrófono y un computador. Todos quienes vivimos, queremos y trabajamos en Loja y por Loja, somos artífices del destino de esta “pequeñita ciudad”.

Hagamos que estas fiestas, quienes viven y nos visitan, sientan que es verdad lo que con enorme talento dijo el gran Tulio Bustos: que en esta “pequeñita ciudad, tras cada puerta hay un jardín de amor”.

Viva Loja y vivan los lojanos, los que nacimos aquí y los que, sin haber nacido aquí, viven, sienten y trabajan por la tierra más linda de la tierra.

@dflara