El perro del hortelano

El “perro del hortelano” es una comedia palatina del gran poeta y dramaturgo español Lope de Vega. En el lenguaje coloquial de nuestros abuelos y padres era muy común la frase “eres como el perro del hortelano, no comes ni dejas comer”. Con esta frase hacían alusión al comportamiento de los niños que no querían algo, pero tampoco dejaban que otros lo tengan.


En el mes de febrero de este año recibí la llamada de un amigo que solicitaba mi atención para que, desde mi posición de dirigente de uno de los gremios empresariales más relevantes de la provincia de Loja, interponga mi reclamo ante el feo episodio conocido como “vacunas VIP”, este estimado amigo me hizo conocer su indignación porque personas que no se encontraban trabajando todos los días con alto riesgo de contagio accedían a vacunas y en cambio el sector productivo no tenía acceso a vacunarse. Hace pocos días y gracias a una sinergia entre el Gobierno y el Sector Productivo instalamos en Loja un centro de vacunación para los trabajadores de las empresas y sus familias, cuán importante es que esta población sea inmunizada de forma pronta; bajo este contexto, me comuniqué con él y lo invité a que los trabajadores de su negocio, sus familias y el mismo, acudan a vacunarse. La respuesta me resultó inesperada, por decirlo menos. Me indicó que él no se vacunará ni tampoco incentivará a sus trabajadores a hacerlo, “porque según él las vacunas no son buenas”. Le recordé aquella llamada en donde pedía mi reclamo porque las primeras vacunas no venían al sector productivo, no me pudo dar una respuesta.

Al inicio de pandemia llovían los reclamos ante autoridades y sectores que a pocos días del confinamiento aún no se activaban para dar apoyo a la población, varias de esas instituciones públicas y privadas hoy están muy activas en el apoyo al control de la pandemia y sus efectos, pues ahora los reclamos apuntan a que estas empresas y entidades “están demasiado activas”.
En estos días de vacunación acelerada, el Ecuador ha logrado multiplicar el número de personas vacunadas por día, hemos pasado de 70.000 personas a finales de junio a 350.000 vacunados por día en julio. Este crecimiento extraordinario ha sido gracias a la unión de fuerzas, talento humano y recursos, tanto del sector público como del sector privado. Otra vez, en este tiempo he visto un episodio con características del “perro del hortelano”.

Una de las iniciativas impulsadas por las cámaras de la producción es visitar a poblaciones pequeñas y alejadas de las cabeceras cantonales, para vacunar a su población, para ello el sector empresarial pone a disposición del plan 9-100, personal especializado, vehículos, logística e insumos. En términos generales la población ha recibido con alegría estas brigadas, sin embargo, existe un reducido pero mediático grupo de personas que se oponen a que el sector privado aporte, indicando que esa es obligación exclusiva del gobierno y que el apoyo privado es indigno.

Aun como sociedad nos falta coherencia, nos falta empatía, nos falta ponernos en los zapatos de nuestro vecino.
Muchas personas confunden el término humildad, creen que ser humilde es ser inferior al otro. ¡Qué lejos están de la verdad! Ser humilde es ser opuesto a la soberbia, es ser consiente de nuestras limitaciones y obrar en consecuencia, ser humilde es darnos cuenta que no lo sabemos todo, ni podemos hacerlo todo. La humildad es un valor que no tiene nada que ver con la posición económica o social. Ser humilde no es dejarse humillar, es todo lo contrario, es buscar dignidad sin ataques.
Los grandes proyectos de la vida se logran con unión y con desprendimiento. La mejor forma de ser feliz es haciendo felices a quienes queremos. En el mundo del servicio tenemos un axioma: “para que hacer solos lo que podemos hacer juntos”.