Lcdo. Augusto Costa Zabaleta
El libre albedrío contrae controversiales criterios y afirmaciones en todas las épocas y personas; la Iglesia Católica vivió un cisma a causa de esta cuestión durante la revolución protestante; según la doctrina de la época, uno podía cambiar su destino final mediante una indulgencia, normalmente realizando una generosa contribución económica a la Iglesia, conceptuado de otra manera, el tamaño de nuestra cartera podía determinar el destino; Martin Lutero se refirió específicamente a la corrupción de la Iglesia, respecto a las indulgencias cuando colgó sus noventa y cinco tesis en el muro de una Iglesia en 1517, lo que desato la reforma protestante.
En cierto sentido, quizá exista el libre albedrío, como una manifestación cuántica, a lo cual los deterministas responden diciendo, que los efectos cuánticos son extremadamente pequeños (a nivel atómico), demasiado para poder explicar el libre albedrío de los seres humanos; actualmente la situación sigue siendo bastante confusa, puede que la pregunta sobre si existe el libre albedrío sea igual a la de ¿Qué es la vida?; ¡el descubrimiento del ADN ha hecho que la pregunta sobre la vida deje de ser relevante; puede que lo mismo suceda con el libre albedrío, y que existan muchos tipos distintos.
De ser verdad lo que afirmamos, la propia definición de libre albedrío es ambigua, por ejemplo, una manera de definir pasa por preguntarse si el comportamiento se puede predecir; si el libre albedrío existe, la conducta se puede prever con antelación.
Volviendo al experimento mental que describió Stephen Jay Gould, que pidió que imaginar la tierra hace cuatro mil quinientos millones de años, cuando nació; imaginemos ahora que de alguna manera podemos crear una copia idéntica de la tierra y dejamos que evolucione; ¿Existiríamos en esa nueva tierra cuatro mil quinientos millones de años después?.
Es fácil imaginar que, debido a los efectos cuánticos o a la naturaleza caótica del clima y de los océanos, en esa nueva tierra la humanidad nunca evolucionaria hasta dar lugar exactamente a las mismas criaturas; así en última instancia, parece que la combinación de indeterminación y caos hace imposible la existencia de un mundo totalmente determinista.
Los electroencefalogramas muestran que el cerebro ha tomado la decisión alrededor de tres cientos milisegundos antes de que la persona tome conciencia de ello; eso significa que, en cierto sentido, el libre albedrío es falso; el cerebro toma las decisiones con antelación, sin la participación de la conciencia; entonces podemos decir, sin temor a equivocación que cada vez son más los neurocientificos que concluyen de que el libre albedrío no existe y que el cerebro ordena nuestro comportamiento.