Testimonio de compromiso en la pastoral juvenil

Luis Pineda

El padre Luis María Martín Martín nos cambió la vida a decenas de jóvenes lojanos, con su testimonio como sacerdote y educador, en la década del 70.

El padre Luis María Martín llega a la parroquia de San Sebastián para acompañar al párroco P. Julián Lorente. Sin embargo, el obispo Alfonso Crespo Chiriboga le encarga la Pastoral Juvenil.

Con el fin de tener más libertad para su trabajo arrienda una habitación en la casa de las Hermanas Dominicas de la Inmaculada que llevan adelante el Orfanato Dorotea Carrión. En esa habitación que da a la calle Olmedo entre Azuay y Miguel Riofrío, destina una parte a dormitorio y otra a sala de reuniones y asesorías. La amistad con las Hermanas Dominicas facilita que el salón del orfanato se utilice para realizar las reuniones de formación con los jóvenes de Loja, en este local nacerá la JIC; la capilla del orfanato será el lugar en donde se realizarán las eucaristías dominicales.

Algo que llama la atención a todos, es el estilo de vida sencilla de este sacerdote joven que gozó de la simpatía de los jóvenes. Se puede observar un trabajo a todo nivel: reuniones con jóvenes para crear el movimiento; trabajo con las jóvenes de La Inmaculada; reuniones informales y esporádicas con jóvenes universitarios no precisamente cristianos. Logró crear lazos de verdadera y profunda amistad. Su paso por Loja fue fecundo en obra evangelizadora.

La organización de la Juventud Independiente Católica (JIC), implicó: Eucaristía dominical. Sábado de formación, revisión de vida semanal, retiro mensual, retiro anual, estudios de evangelio, análisis de documentos pastorales, cursos sobre diversos temas de formación. Además, acompañó a cada militante de la JIC que fue asumiendo compromisos pastorales, sociales, políticos y culturales.

El padre Luis María Martín fue muy visionario. Cuando se dio cuenta de que la mayoría estábamos pasando de la edad juvenil a la edad de adultos, invitó a una serie de personajes para que nos acompañen, pues una cosa es ser militante juvenil y otra en la vida adulta. Como parte de este proceso de formación vinieron personas para apoyarnos en el paso del compromiso juvenil al compromiso como adultos. Aportes importantes fueron de: Isabel Ascencio y Teresita Díaz de la HOAC, padre Eduardo Rubianes, sociólogo Alejandro Moreano. Un aporte fundamental fue la presencia de Monseñor Leonidas Proaño.

A más de ser el eje en la JIC, el padre Luis María Martín asumió otros compromisos: capellanía (colegio La Inmaculada); profesor de religión (Instituto Técnico Daniel Álvarez Burneo); retiros a religiosas y laicos (memorable el retiro de una semana con estudiantes de la UTPL); apoyo a las organizaciones sindicales; organización de los sacerdotes de El Prado en Ecuador; párroco en Macará para reemplazar al Padre Cristóbal Espinosa que fue a Francia a realizar el año de retiro del Prado; vivencia con los campesinos de Quinara, a tiempo completo, durante un año.