Derechos y responsabilidades con mi país

Quilanga, 03 de junio 2022

Desde el instante mismo de nuestro nacimiento somos ciudadanos y propietarios de un territorio, en ese espacio empezamos a observar, a crecer, a desarrollarnos y poco a poco nos vamos apropiando, enamorando y apasionándonos, luego, la cuidamos, la cultivamos y entonces, la vida empieza a consolidarse con la familia, con el trabajo y hablamos todos con orgullo de mi pueblo, de mi país.

El pueblo, el país que nos vio nacer, crecer y desarrollarnos en sus leyes nos reconoce derechos, que si bien, son innatos al ser humano, los consagra en la constitución como derechos y responsabilidades con la patria que también es nuestra madre y padre a la que honramos y veneramos en sus símbolos, en su historia, su cultura y que como buenos ciudadanos debemos defenderla de la acechanza del enemigo.

Los cruciales momentos que vive nuestra patria en lo económico, en lo político, en lo social y en lo ambiental, sin descuidar otros ámbitos, se expresa en una profundización de la pobreza y miseria que genera miedo, dolor y muerte. Las injusticias sociales presentes ahuyentan la paz de la que ha hecho gala nuestra patria.

Vivimos una crisis política e institucional, donde los gobernantes, mal llamados “padres de la patria”, han puesto los intereses particulares o de grupos políticos y económicos, por sobre los intereses de la comunidad, de los ciudadanos lo que genera enfrentamientos, entre poderes constituidos y entre el gobernante y los grupos sociales que buscan incesantemente achicar las diferencias y construir una sociedad de justicia y equidad.

Enfrentamos una cultura de muerte en distintas manifestaciones. La legislación se ha relativizado y favorece a una cultura de muerte y descarte, no solo con la vida de las personas, sino con la naturaleza expuesta a explotación inmisericorde de un modelo de mercado que subestima la vida de las personas y favor de la ganancia Los valores fundamentales por la defensa de la vida son invisibilizados por el mediatismo comunicacional que, segundo a segundo, presenta novedades para ocultar la profundidad.

En este momento crucial para los millones de ecuatorianos debemos proclamar al unísono las responsabilidades y los derechos que tenemos con la patria. Concienciar el juramento de defensa de la integridad de la patria, cuyo enemigo, no está fuera de las fronteras, sino que está dentro, corroe y destruye cuando los gobernantes y organizaciones no buscan el bien común y siembran violencia y muerte en lugar de construir equidad, solidaridad, bienestar y paz.

En este momento de dolor y desesperanza, el Papa Francisco, en su encíclica Fratelli tutti No 55, nos dice: “La esperanza es audaz: sabe mirar más allá́ de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más bella y digna”. Esta debe ser una lucha permanente, abrir la mente y el corazón y juntos avanzar por una patria digna, segura, defensora de la vida y que los gobernantes proyecten y legislen en bien de las dos vidas, de la persona y de la naturaleza, así la patria nos agradecerá eternamente.