Diego Lara León
Estos son días difíciles para el Ecuador, días donde el irrespeto hacia los derechos fundamentales es el común denominador, días donde el diálogo pasó a segundo plano, días donde la violencia opaca a la paz, días de incertidumbre.
En estos mismos días desempolvé un libro que leí hace muchos años sobre la vida y reflexiones de Abraham Lincoln, libro que fue publicado en 1975 por el autor Isacc Montero. Volví a repasar la reflexión que el expresidente de los Estados Unidos planteó para momentos de crisis.
Una de las reflexiones es que “no se puede lograr prosperidad, desalentando la economía”. No es posible ni personal, ni familiar, ni empresarial, peor socialmente crecer y consolidarnos, creyendo que la economía ‘es un barril sin fondo”, pensando que los ingresos son infinitos. Por concepto los recursos son limitados y deben ser bien utilizados.
También debemos reflexionar que: “no se puede fortalecer a los débiles, debilitando a los fuertes”, “no se puede llevar adelante la hermandad del hombre, alentando el odio de clases”, “no se puede ayudar al pobre, destruyendo a los ricos”. Varias tendencias politiqueras han pretendido generar una lucha de clases y buscar equidad hacia abajo en vez de hacia arriba, es decir, buscando que los que menos tienen se igualen a los que mas tienen, no haciendo crecer la economía de los primeros, sino debilitando a los segundos. Vivimos en sociedad interdependiente, todos necesitamos de todos. Por supuesto que se debe cerrar las brechas de inequidad, pero hacia el desarrollo, no hacia las carencias.
Se ha pretendido consolidar el errado concepto que “la única manera de ayudar al asalariado, es restringiendo al patrono”. Otro grave error, el sector productivo privado genera el 90% del empleo, debemos fortalecerlo, obviamente debemos regularlo y solucionar distorsiones que se produzcan, pero, empleador no es sinónimo de opresor.
“No se puede evitar una calamidad, gastando más de lo que se gana”. En la primera clase de economía nos enseñan que los recursos son finitos y que las necesidades no lo son, por lo tanto, hay que saber priorizar y distribuir estratégica y sabiamente los ingresos.
“No se puede forjar el carácter y valentía, quitando al hombre iniciativa e independencia y no se puede ayudar al hombre permanentemente, haciendo por él, lo que él pudiera y debiera hacer por sí mismo”. El caudillismo ya debe pasar de moda, educar a los pueblos es la misión, hacerlos protagonistas de su propio desarrollo es el reto, difícil pero conseguible. Ojalá entendamos que al elegir líderes no elegimos salvadores, elegimos a quien guie a todos, dándoles obligaciones y reconociendo su trabajo.
Que haya prudencia y generosidad de ambas partes en conflicto, que los resentimientos queden fuera del lugar del diálogo y que tengamos siempre presente que mis derechos terminan donde empieza el derecho ajeno.
@dflara