La pasión bien canalizada

Por: Ruy Fernando Hidalgo Montaño

Estamos próximos a dejar atrás otro año que como todos trajo cosas buenas y malas, y como siempre ocurre por esta época, la gente empieza a pensar en regalos, cenas, amigos secretos, en fin todo lo que trae diciembre el mes más consumista de todos. Las personas van y vienen en una búsqueda frenética de presentes para halagar a sus seres queridos, haciéndoles saber cuan importantes son para ellos.

También estamos a punto de finalizar La Liga Pro nacional de fútbol, junto al mundial de Qatar de este deporte, que genera un desborde inusual de fervor y pasión popular muy notable, en las calles y plazas se habla de forma muy frecuente de la final del certamen incluso se organizan tours hacia las sedes de los partidos, y se lo hace de manera vehemente debido a la premura del tiempo y existe hasta donde yo se una gran demanda de estas ofertas.

No digo que esté mal esta clase de hechos, además, ¿Quién soy yo para emitir un juicio de valores respecto a esto? Simplemente hago una modesta reflexión de esta situación, que particularmente a mi, me hicieron pensar en que, si tanto frenesí, vehemencia, fervor, y pasión colectiva manifestada en diciembre, durara todos los 365 días, seguramente tendríamos efectos milagrosos en cada aspecto y entorno de nuestro día a día. No buscaríamos delegar responsabilidades que nos competen a otros, tanto a nivel de hogar, laboral, y social, se me ocurre citar un ejemplo, ante la grave y alarmante crisis de valores éticos y morales que vive nuestro querido Ecuador, que tal si nos juntamos, uniéndose por defender la vida humana, tan venida a menos estos últimos tiempos, tan irrespetada por asesinos a sueldo bajo la denominación de sicariato, acaban miserablemente con ese regalo maravilloso de Dios plasmado en la existencia. 

Sin ir muy lejos, la semana pasada el país se sorprendió ante un acontecimiento inédito en los anales de nuestra historia, cuando la ciudad de Esmeraldas se convirtió de pronto en una urbe fantasma, por obra de un cartel de la mafia, que no quiso testigos decentes en el sepelio de su líder, en una prueba fehaciente de pasiones bajas y totalmente mal canalizadas. En cambio, cuando las pasiones se orientan de modo adecuado, se obtienen resultados óptimos en todos los sentidos

Lo malo radica en que los humanos por naturaleza somos más proclives a desbordar nuestras pasiones, en cosas fugaces e inocuas, y para las cosas trascendentes por lo general le echamos el muerto a otros, si marchan las cosas mal en la familia la culpa es de los padres, si la situación empeora en la ciudad el culpable es el alcalde, si el país va de tumbo en tumbo el responsable es el Gobierno, ¿Y nosotros qué?  Esquivamos culpa y asumimos una postura cómoda y vemos los toros detrás de la barrera donde no nos afecte nada. Ojalá logremos canalizar nuestras pasiones en pos de objetivos grandes  y nobles.