Abrir libros y cerrar pantallas

Benjamín Pinza Suárez

Es importante relievar lo que el Gobierno de Suecia acaba de plantear con respecto al uso de la pantalla en todas las escuelas de dicho país al verificar los efectos nocivos que ello acarrea especialmente en los niños que son víctimas de los impactos cerebrales al comprobarse una menor capacidad de retención, problemas de memoria, de atención, disminución de la comprensión lectora y la baja creatividad.

Por ello se sostiene que las pantallas están creando toda una generación de analfabetos funcionales. Frente a esta cruda realidad es que la ministra de educación sueca anunció el 15 de mayo la eliminación del proyecto de digitalización y tecnología para reemplazarlo por un nuevo proyecto basado en estudiar directamente en los libros. Para ello, el gobierno subvencionará 60 millones de euros este año y 45 millones de euros más para los años 2024 y 2025 con el fin de que los niños vuelvan a los libros en el aula. El gran propósito es lograr que los niños tomen al libro como su mejor amigo y consejero y se rodeen de ellos y con ello, minimizar el tiempo que están en la pantalla en la escuela, capaz de poder recuperar la política de un libro por asignatura y por alumno.

El Gobierno de Suecia ha comprobado el fracaso de la educación digital en las aulas, pese a haber sido el país pionero de la digitalización masiva en sus escuelas, cuando el Consejo Europeo recomendó en el 2008 transformar la educación en aprendizaje electrónico.

“Los libros tienen ventajas que ninguna tablet podrá sustituir”, dijo la ministra de ese país, producto de lo cual acudió a sesenta expertos y organizaciones sobre la digitalización de las aulas, entre ellas al Instituto Karolinska y todos llegaron a la conclusión de que las investigaciones realizadas del cerebro en niños demuestran que las pantallas tienen efectos dañinos de orden psicológicos y cognitivos, problemas de adicción al celular, a las pantallas, problemas de autoestima, de transformación alimentaria, de desperdicio del tiempo, de distracción a las tareas escolares, a más de problemas de depresión y suicidios.

Las escuelas, entonces, deben asumir una posición firme con la educación del presente generando una ruptura con la digitalización en el aula y deben hacerlo en unión con los padres de familia a efecto de recuperar el rol primordial que siempre ha jugado el libro en la formación intelectual de los individuos.

Es muy importante esta posición asumida con elevada consciencia social por parte del pueblo sueco de volver a los libros impresos, habida cuenta que, las escuelas están llamadas a velar por una formación humanista, limitando al máximo la interacción con las redes sociales por el daño irreversible que causan a los niños y adolescentes y poniendo de manifiesto una filosofía de la educación que privilegie al SER que debe estar por encima de cualquier formación mercantilista, consumista y degradante, más aún hoy que con la aplicación de un dispositivo tecnológico, cualquier estudiante de escuela, colegio o universidad que quiere cumplir con una tarea escolar, como por ejemplo: realizar una tesis, redactar un artículo, escribir un poema o un relato, en instantes, con solo aplicar ese dispositivo, tendría en sus manos el trabajo solicitado, con lo cual, se da un golpe demoledor al poder creativo e imaginativo, a la investigación bibliográfica, al desarrollo del lenguaje, a la destreza en la redacción y al desarrollo del propio estilo que es en definitiva, lo que lo identifica al escritor.