José Bolívar Castillo Vivanco
Para muchos administradores y políticos el tema del ordenamiento territorial se convierte en tema académico y sirve para generar requisitos y dificultades administrativas, trabas de todo tipo que a la final son fuente de ingresos y clientelas políticas. Gigantescos libracos de diagnósticos y pronósticos y montón de trámites por lo regular inútiles.
Si tanto se habla ahora de “Smart Cities” estas deben comenzar siendo ciudades bien estructuradas en lo territorial: parroquias urbanas, barrios y ciudadelas, debidamente delimitadas y dotadas de los servicios básicos, bajo la participación, promoción y control de los vecinos. Para que esto funcione hay una norma básica esencial, sin la cual es imposible: los partidos o movimientos políticos; que son muy importantes para canalizar opinión pública hacia la toma de decisiones electorales o plebiscitarias; no pisan el umbral del Estado. Ello incluye gobierno nacional y seccionales, es decir, municipios, parroquias y organización barrial. Cuando el pueblo entrega un mandato público a un ciudadano, este a menos que sea un delincuente, no puede ponerlo al servicio del partido o de cualquier parcialidad que más influya o apoye en la campaña, sino al servicio de los intereses globales, el interés del todo pluralista que le toca administrar.
Para que no siga existiendo esta confusión, cuando ejercí la Alcaldía dispuse que en adelante los famosos comités barriales se denominen Juntas de Desarrollo Barrial a fin de que ni por equivocación se confundan con los comités barriales que forman en las campañas electorales, los cuales, repito, no son malos, son necesarios, pero tienen otro objetivo.
La pandemia covid-19 nos ha puesto en evidencia que el mayor peligro son las aglomeraciones , los grandes mercados y sobre todo la informalidad que rodea y asedia los mercados, el transporte colectivo, los aglutinamientos poblacionales de uno u otro tipo en los espacios públicos. Es necesario aprovechar entonces de la pandemia para organizarnos mejor en lo urbano. Los servicios básicos de abastos, salud y educación básica deben proveerse en cada barrio, de manera de no impulsar el amontonamiento de los vecinos en las áreas céntricas y el excesivo transporte vehicular.
Nuestra ciudad tiene ahora cinco parroquias urbanas y 53 barrios que se integran a su vez de “ciudadelas” cuando cuentan de los servicios urbanísticos básicos y “urbanizaciones” cuando están aún en proceso de equipamiento sanitario.
Cada parroquia debe contar con un centro comercial -mercado de referencia y cada barrio con un pequeño centro de abastos propio que se incrementa uno o dos días a la semana con la afluencia de vendedores esporádicos provenientes del sector rural, es decir, productores. El área de abastos del Puerto Seco Comercial no es mercado abierto para consumidores sino exclusivamente para productores y vendedores minoristas que a su vez tienen en cada mercado un área de descarga y control a la que no acceden consumidores. Si no se mantiene esto tenemos el relajo y la insalubridad y ello solo es ventajoso para los virus, las bacterias y los especuladores. Como dicen en la propaganda “¡¡¡Caminemos juntos. Construyamos una Loja para Todos!!!”