Si Dios permite que estemos vivos

Ruy Fernando Hidalgo Montaño

Parece mentira, pero ya estamos culminando el último mes del año 2021. Un periodo, que, mucho más que otros, trajo a nuestras vidas pocas alegrías, y más pesares, emociones encontradas y desencantos. Más incertidumbres que certezas, despedidas dolorosas y arribos esperados, nostalgias y desapegos, todo un cúmulo de vivencias hermosas y feas justamente de eso se compone la existencia.

Estos 365 días pasaron muy de prisa, para unos y para otros transcurrieron demasiado lento, pero aquí estamos y por eso hay que darle gracias al creador del universo, a la voluntad suprema, a la que debemos someternos todos nosotros. Si estamos vivos para cuando culmine el año démole gracias a Dios por habernos regalado una vueltita más alrededor del sol, a pesar de la pandemia, del calentamiento global y todas las vainas que aquejan a esta generosa tierra que aún nos acoge como una buena madre en su seno.

Quizá lleguemos como en muchos casos, con la mochila repleta de una variedad de cosas por hacer, de sueños por cumplir, de cosas y asuntos que se quedaron truncas, pero igual seguiremos esperando que no sea el último tren que pase por nuestro anden.

Lo importante es que nada nos causó tanto daño, vivimos para contarlo, y no consiguió aniquilarnos por completo. Respecto a las ausencias no hay escape posible, pues de manera permanente nos van a estar doliendo, la carne viva cicatrizará, pero la herida seguirá debajo.

Con todo hay mil motivos para dar gracias, comenzando por la familia aquellos cómplices incondicionales de nuestros buenos y malos momentos, continuemos por los amigos que asomaron  como una bendición en nuestro camino y estuvieron junto a nosotros para pelear nuestras batallas y ayudarnos a superar las derrotas, tendiéndonos su mano fraterna, y como no compartiendo nuestro vino como dice Alberto Cortez aquel que se bebe en la casa del que tiene brillando el alma, del  que cuando tiene un pecado se le nota en la mirada, en conclusión si Dios permite que estemos aquí cuando termine este año, y comience el próximo regocijémonos por estar y por ser, que ya es bastante.      

Además, intentemos ser más tolerantes con quienes por alguna razón nos ofendieron o no compartieron nuestro criterio, no olvidemos dar un abrazo a las personas más solitarias de nuestro entorno.  Si tenemos la dicha de estar junto a los seres que amamos valoremos esos instantes de felicidad, que muy a menudo son fugaces, yo se que esto de los años es relativo y que no tiene mucho que ver con el modo de ser de la gente.

Lo que quiero sugerir es un cambio de actitud frente a las circunstancias que a diario nos plantea el camino que debemos recorrer en este ir y venir que es la vida. Por eso si Dios nos concede la venturosa gracia de acabar un tramo más de sendero andado disfrutemos el momento, y no lo arruinemos con broncas que a nada llevan, ¿Quién garantiza que el otro año estemos aquí? Lo mejor es dejar buenos recuerdos, una buena sensación en quienes nos conocen.

Les deseo mucha felicidad, de toda clase, en el nuevo año, luchemos por ser dichosos y hacer dichosos a los otros, cada uno  desde el sitio en el que estemos.