La cultura lojana como política pública

Loja, en el concierto nacional, se ha ganado el título de “capital musical del Ecuador”, de la cuna de la cultura, a lo mejor porque el creador de la Casa Grande fue lojano. Pero de ahí no ha pasado, vivimos de glorias remotas. Las manifestaciones del espíritu como la ciencia, el arte, la literatura, los libros, la lectura, la arquitectura, los sonidos, los juegos, la música, los museos, las artesanías, las bibliotecas, el teatro, la historia; en definitiva, la imaginación creadora, quedan en segundo plano.

Las instituciones encargadas de velar por las manifestaciones espirituales ignoran que un pueblo se desarrolla en dos direcciones: en lo material y en lo espiritual. Hubo un prefecto que eliminó el departamento de cultura, otro que en las fiestas de provincialización traía artistas internacionales y condecoraba a sus acólitos que poco o nada han hecho por la cultura. También pasó por la Alcaldía un personaje que condecoraba solo a gente de su círculo, creyendo que los cultores del arte comen “un gracias”, medallas o cartones.

Las entidades públicas como la Prefectura y el Municipio viven quejándose de no disponer de presupuesto para la cultura, aunque hacen gastos onerosos con fiestas pomposas. Aún no entienden que la cultura debe ser considerada como política pública y que deben luchar por conseguir de los poderes centrales, las rentas necesarias. No se ha visto ninguna acción para conseguir recursos. Los famosos asambleístas, cero al cociente. Se han dedicado a manipular a los incautos para conseguir la reelección. Incluso, uno de estos famosos fue parte de la Comisión de Educación y Cultura y, nada.

El Festival Internacional de Artes Vivas de Loja que debería ser la ventana donde los cultores del arte expongan sus habilidades, se ha convertido en un evento aislado, jamás ha llegado a las parroquias, peor a los cantones de la provincia. De un presupuesto que sobrepasaba los 2 millones de dólares se redujo a menos de mil, porque no hubo alcalde, prefecto o un asambleísta que reclamara. Y al final todo vino de Quito en paquete. Nuestros artistas quedaron relegados y a algunos casi no les pagaron sus actuaciones.

La única entidad que promueve las cuestiones espirituales es la Casa de la Cultura Ecuatoriana, pese a su reducido presupuesto. La Coordinación de Cultura, solo es un ente burocrático, cuyo personal se limita a cobrar su sueldo. Solo quedan las universidades, las escuelas y los colegios como entidades públicas que deben fomentar la educación y la cultura, claro gracias al trabajo de sus maestros y el compromiso de los estudiantes y padres de familia.

De ahí que, el alcalde y prefecto actuales, tienen una oportunidad de oro para promocionar las manifestaciones culturales, a nivel del cantón y la provincia, capaz de que los pueblos de Loja con su gente sean los protagonistas de los eventos que provoquen regocijo espiritual. Esperemos su actuación en estos cuatro años que les toca gobernar.