El arte de comunicar

P. Milko René Torres Ordónez

El arte de escribir -según Racionero- es complejo, natural y necesario. Hemos de coincidir que las claves para hacerlo bien radican en: la autenticidad, la belleza, lo cotidiano, lo profundo. Una obra de arte se parece al buen vino. Debe ser añejo y de buena cosecha.

Con la lectura de maestros en la novela y la poesía -Chejov, Kundera, Piglia, Poe-me detengo en cuatro aspectos. Primero, la llamada del juego. Dos obras representativas: Tristam Shandy de Laurence Sterne y Jacques el fatalista de Denis Diderot. Dos novelas concebidas como un maravilloso juego, cimas de la levedad inimitables. Segundo, la llamada del sueño. Franz Kafka logró la fusión del sueño y la realidad. La novela es el lugar en el cual la imaginación puede explotar como en un sueño y que puede liberarse de la verosimilitud. Tercero: la llamada del pensamiento. Musil y Broch movilizaron sobre la base del relato todos los medios, racionales e irracionales, narrativos y meditativos, que pudieran iluminar el ser del hombre; hacer de la novela la suprema síntesis intelectual. Cuarto: la llamada del tiempo.

El período de las paradojas incita al novelista a no limitar la cuestión del tiempo, sino a ampliarla al enigma del tiempo colectivo, del tiempo de Europa, la que se gira para mirar el pasado, para hacer su propio balance, para captar su propia historia, al igual que un anciano capta con una sola mirada su vida pasada. Kundera, al cuestionarse sobre la vigencia de la novela argumenta que, si ella debe realmente desaparecer, no es porque esté completamente agotada, sino porque se encuentra en un mundo que ya no es el suyo.

Estas consideraciones, abstractas en apariencia, me llevan a profundizar en la importancia, para este tiempo, de la lectura y la escritura. Añado, la comunicación. Una trilogía de términos que derivan en un concepto -se me ocurre minimizado-que es la emisión de un mensaje claro, directo, elegante, vivencial, comprometedor. En estos años me encuentro inmerso en el mundo de la educación. Mantengo contacto directo con docentes y estudiantes. Me preocupa el nivel de comunicación que se está generando, y que influye en la formación integral de los niños y jóvenes a quienes estamos educando y formando.

La educación es una llamada-vocación-que debe partir de convicciones internas, éticas y humanas. La probidad de un educador cuando no cumple con sus responsabilidades (lealtad, planificación, pulcritud, puntualidad, responsabilidad) afecta al entorno. Ahonda más la duda en la valoración del modelo de educación. Da la impresión que existe un sincretismo en los métodos de transmisión de conocimientos.

Mezcla de mediocridad, ideología, escasa espiritualidad. Los efectos colaterales, que ocasiona un trabajo sin alma, los encontramos en el comportamiento y logros de tantos niños y jóvenes que entraron por una puerta y salieron por otra en su centro educativo, sin identidad ni horizonte claros. El lenguaje que es empleado para transmitir vida-pienso que la educación es signo de vida -debe valorarse profundamente. El arte de escribir, con sus llamadas, tiene que ser el viento que genera energía.