Consumistas

Fernando Oñate

La revolución industrial marcó el inicio de la producción en serie. En corto tiempo casi todo fue producido en abundancia y a bajos precios y el ser humano pasó de ser productor directo a consumidor de bienes y de servicios. Rápidamente, el comercio se expandió y las personas se vieron rodeadas de una oferta cada vez mayor de todo tipo de manufacturas, lo que desarrollo una cultura de consumo que produjo grandes cambios económicos y socio culturales. Hoy, el hombre recibe una oferta de bienes y servicios que supera lo que realmente necesita, sobrepasa su poder adquisitivo y lo conduce al consumismo.

El consumismo no es más que una manifestación de un corazón insatisfecho, un corazón que encuentra en los bienes materiales, un efecto analgésico temporal; cuando el efecto pasa, el ciclo se repite y nuevamente va por más.

La navidad es una buena escusa para dar rienda suelta al consumismo. Las calles se llenan de gente haciendo compras, en muchos casos gastando más de lo que tienen, quizá más preocupados por quedar bien a la hora de regalar, no falta el estrés ni las discusiones, menos aún la ruidosa publicidad. Las imágenes de Santa Claus, renos, hombres de nieve y luces multicolores se encuentran por doquier. Quien diría que la navidad es para celebrar el cumpleaños de nuestro amado salvador Jesucristo; para eso era, ¿verdad?

El consumismo en el que vivimos no nos deja ver que hace más de dos mil años “el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros. Y hemos contemplado su gloria, la gloria que corresponde al Hijo unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Juan 1). Parece que la gran mayoría aún no entiende que “Cristo murió por nuestros pecados una vez por todas, el justo por los injustos, a fin de llevarnos a Dios. Él sufrió la muerte en su cuerpo, pero el Espíritu hizo que volviera a la vida” (1 Pedro 3) y gracias a Él “ya no somos esclavos, sino hijos; y si hijos, también herederos de Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4).

Los motivos para celebrar el cumpleaños de Jesucristo son muchísimos y los sabemos los que verdaderamente lo hemos conocido. Pero no debemos celebrarlo en medio de una fiesta dedicada al consumismo; todo lo contrario, en su cumpleaños “ofrezcamos nuestro cuerpo, todo nuestro ser, como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Romanos 12).

Liberémonos del consumismo y celebremos al que por su nombre “los ciegos ven, los cojos andan, los enfermos son sanados, los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncian las buenas nuevas» (Mateo 11), celebremos al Rey, a Jesucristo.