Efrén Sarango Palacios
La distancia entre el silencio
y la huella de tu sombra
se asemeja a la demencia
que me mata, que me asombra.
Puentes negros e invisibles
se entretejen sin sentido
por tus nubes sin un norte,
sin mañanas invisibles.
Flor lejana sin rocío,
sin la esencia de la vida
vaga sola por el mundo
en persianas ya vencidas.
Tus cabellos se desdoblan,
se agigantan sin estrella,
se bifurcan en dos ríos
sin azúcar, piel ni huella.
De la mano tu silueta
viaja rauda con el viento
persiguiendo un asteroide
en precario movimiento.
Vuela el eje percudido
por tu blusa margarita
entre sábanas silentes
donde el tiempo se marchita.
Nada es nada en la mañana,
ni en la tarde escandalosa
victimaria de los días
que se torna veleidosa.