Sr. Lic. Ismael E. Betancourt

Director de Diario Crónica,

Loja.-

Señor director:

He llegado a saber, con preocupación, que se quiere derrocar el extenso muro del colonial convento de las Conceptas de Loja para edificar allí, al parecer, un centro comercial. Este convento, que fue restaurado por mi padre, Eduardo Mora Moreno, cuando fue alcalde de Loja, es, junto con la capilla del Rosario (en Santo Domingo) y la iglesia (ahora modificada) de El Valle, una de las pocas edificaciones antiguas e hispanas que alberga nuestra ciudad, luego de que la codicia, el mal gusto y la ignorancia destruyeron gran parte del legado colonial que Loja poseía.

En 1858 un terremoto derribó las torres de San Francisco y afectó a la iglesia de San Agustín y esta última iglesia sufrió rajaduras y daños, de modo que en 1901 el tercer obispo de la villa hizo derribar lo que quedaba de ella y sus altares los vendió a un comerciante chileno, y así los viejos retablos, recubiertos de pan de oro, y seguramente las imágenes y el púlpito, fueron a parar en una finca austral. Al respecto se cuenta que los muros de esa antigua iglesia, la más valiosa del arte barroco que albergaba Loja, eran tan recios que, a pesar del sismo, los trabajadores o, mejor, los destructores de la obra, tuvieron que utilizar dinamita para volar sus muros y dejar allí, hasta ahora, una plaza escuálida sin el menor sentido de estética. Lo que demuestra que el obispo de entonces Carlos María de la Torre, tan afamado sin razón, tomó una decisión, por decir lo menos, equivocada. Para completar la destrucción el séptimo obispo de Loja, Luis Alfonso Crespo, acolitando una tendencia “modernizante” de un lamentable alcalde de Loja, que cambió los pequeños adoquines del centro con el torpe asfalto e hizo veredas desproporcionadas, continuó con esa manía “progresista” y autorizó tirar abajo otras construcciones que le parecían viejas. Primero se destruyó la casa de don Alonso de Mercadillo, el fundador de ciudad, casa que, por sucesivas donaciones, había llegado a ser Palacio Episcopal y allí se edificó un feísimo “centro comercial” de cemento armado que hasta ahora vemos. Luego, se permitió que se derroquen las casas coloniales del historiador don Julio Ojeda y, tal vez la más valiosa, la de la familia Torres, que daba a una esquina de la plaza principal, y no sé si el obispo, o los dos de consumo, también vendieron la iglesia y torre de las Monjas Conceptas, que todavía pude conocer y que fueron destruidas para levantar allí el horrible y vulgar edificio de un banco cualquiera…El Monasterio e Iglesia de Nuestra Señora de las Nieves había sido fundado en 1597 por el gobernador don Juan de Alderete y por Sor María de Orosco, proveniente del Monasterio de Conceptas de Quito. La construcción había estado a cargo del arquitecto español Pedro Pacheco. La iglesia era sencilla y de noble arquitectura. Sobria, de grandes vigas, lucía al fondo, entre las paredes de un blanco inmaculado, un altar celeste y dorado, con remates renacentistas. A la derecha exornaban las rejas azules del coro. El piso estaba compuesto de grandes ladrillos rojos hexagonales, obra de los olleros del pueblo de Cera, donde existe una arcilla de maravillosos tonos colorados. A los lados de la nave se arrimaban enormes bancas a los muros. La iglesia tenía una torre esquinera, de ventanas ojivales, que daba a la plaza principal de la ciudad. En esta torre se hallaba enterrado el propio Alderete, varios fundadores de la ciudad y don Juan de Salinas Loyola, fundador de seis ciudades amazónicas: Valladolid, Logroño, Borja, Sevilla del Oro, Santa María de Nieva y Santiago de las Montañas.

No debo omitir también que un obispo de nombre Hugolino, costeño, “reconstruyó” la catedral, la verdad dicen que sólo para buscar el tesoro que se habría enterrado junto con los restos del obispo Checa. De paso, parece que se vendieron algunas esculturas de Caspicara…Y ahí está la “renovada” catedral, ahora con altares recientes, sin valor histórico, hechos en San Antonio de Ibarra…

Que ahora los afanes comerciales de algunas personas quieran tirar abajo los muros y parte del convento de Conceptas es otra barbaridad que sólo vendría a completar la destrucción iniciada por otras mentes pequeñas.

Ruego a usted, señor director, publicar esta carta y al nuevo alcalde de Loja le pido arbitrar las medidas del caso para impedir tamaño desafuero contra la historia y la arquitectura de la ciudad que amamos.

Muy atentamente,

Emb. Eduardo Mora Anda.

Miembro de la Academia Ecuatoriana de la Lengua y correspondiente de la Academia Argentina de Historia.