Desencanto por los dogmas económico-políticos en America Latina

Numa P. Maldonado A.

En el contexto latinoamericano de vida republicana de las últimas décadas, especialmente a partir de la segunda Guerra Mundial y de la guerra fría establecida entre la URSS y EUA por el predomino mundial de sistemas socioeconómicos opuestos, nuestra macrorregión se ha visto obligada a implementar tres dogmas decadentes: el neoliberal y keynesiano, y con el ejemplo de la Revolución de Cuba de 1953, el dogma marxista. Este último, con mayor énfasis, después del difícil período de dictaduras militares de principios de los 70 a mediados de los 80, que tuvo lugar particularmente en el llamado Cono Sur de Sudamérica (precisamente el 11 del presente mes se recordó el 50 aniversario del golpe de Estado de Pinochet contra el gobierno socialista del presidente Allende). La respuesta lógica a este sangriento período liderado por las fuerzas represivas alineadas a los gobiernos de EUA (principalmente en Chile, Argentina, Uruguay y algunos países de Centroamérica) fue el giro a la izquierda a partir de los años 2000, que inicia con el triunfo de Hugo Chavez en 1999 y continúa con las victorias de Luiz Inácio Lula da Silva, Néstor Kirchner, Evo Morales, Tabaré Vázquez, Rafael Correa y Fernando Lugo, y los gobiernos de centroizquierda en Chile.

En resumen, un largo período de más de 50 años donde América Latina, sin dejar de ser el patio trasero de EUA, fue gobernado predominantemente con modelos de economías capitalistas periféricas o intentos de introducir reformas de tinte marxista autoritario, con visos de progresismo, pero en ambos casos desatendiendo el principal objetivo de una democracia verdaderamente progresista y sana: el real interés por ofrecer mejores condiciones de vida para un mayoritario pueblo pobre y hambriento, creando adecuados programas de salud, educación y empleo digno. Y también, en ambos casos, aunque los modelos presentados aparezcan opuestos o contarios, en estas últimas décadas, con una perversa alianza al narcotráfico y al establecimiento de narco-estados. En otras palabras: proyectando una muy larga permanencia en el poder, creando una élite gobernante de caudillos enfermos de poder y riqueza. La estrategia perversa es mantener un gran número de pobres cegados por la necesidad, malnutridos y con educación deficiente y dogmática (incapaces de razonar o deliberar), y con ello, asegurar un largo gobierno totalitario deshumanizado. Un futuro tenebroso, por decir lo menos.

Ante esta crítica situación, ¿podemos hacer algo? Sí, desde luego. Analizando sin apasionamientos las causas que están produciendo estas difíciles condiciones de vida, que con el pasar de los días, se agravan más, porque el crimen organizado, unido a los políticos corruptos y sin alma, tienen un pacto macabro, donde el poder que da la riqueza mal habida les importa mucho bienestar de la mayoría, o la vida de un pobre niño desnutrido o de un joven sin trabajo, que captan para sus nefastos fines… 

Seamos creativos. Terminemos de una vez por todas con estos dogmas caducos que, a expensas de darnos un gran desarrollo tecnológico, nos están conduciendo a una esclavitud moderna, humillante y deshumanizada. Si queremos vivir en un mundo mejor, con algo más de tranquilidad y bienestar, pongamos fin a esta civilización egoísta y perversa, y propongámonos crear hoy mismo, otros modelos de desarrollo más viables, mejor concebidos y humanos.