Los gestos nobles enaltecen a quien los da

Benjamín Pinza Suárez

Hay gestos de enorme generosidad humana como el suyo, apreciado José Luis, que ennoblece a quien da de lo que tiene. No siempre existe en las personas esa límpida actitud de reconocer los méritos y atributos de los demás, porque más pesa el ego, el individualismo, la envidia, el personalismo y la indiferencia. Pocos como usted, José Luis, tienen el don de vestir de gala a la honestidad y de regar de agua fresca y pura a la mente y al corazón.   

Para mí, este artículo que lo ha escrito valorando a mi persona y que brota de la pluma límpida de un joven brillante, arquetipo indiscutible del accionar positivo y productivo de la juventud lojana y nacional, es más que una presea o un monumento, porque un artículo de este calibre y quilates quedará erigido en la historia de la Loja contemporánea y estará flameando en el pórtico del tiempo para honra mía y en especial, de su autor y de la generación presente y de las que vendrán porque está tejido de un nítido lenguaje para escrutar los sueños y los anhelos profundos de una juventud que lucha por un mundo más humano y solidario, con una sociedad nutrida de  valores y principios y, sobre todo, llena de esperanzas e ideales compartidos.  

Siempre la gratitud será la blanca y nítida tarjeta que se entregue a quienes desde su espacio común de meditación y conjugación de anhelos o, desde una función pública o privada determinada, apoyan con alegría y entusiasmo una causa social, una lucha de sueños, un accionar educativo, cultural, artístico o periodístico. Cuando hay personas de corazón inmenso, hasta las cosas más sencillas adquieren valor.

La vida es un escenario para luchar por lo que más se quiere y en esa lucha, hay metas que cumplir, ilusiones que perseguir, sueños por realizar y utopías por alcanzar. Los años nos han enseñado que lo que se hace con gusto, con amor y pasión, crece y florece. En ese accionar nos identificamos con todos aquellos soñadores de tiempos mejores.

El amor por la educación, por las letras, por la filosofía, por el arte y la cultura es lo que guía nuestro camino porque es una vocación que proviene desde lo más profundo de nuestro ser y que se ha tenido la fuerza y la persistencia suficiente para hacer de estas tareas humanas, una ruta de empeños y concreciones.

Es en esta línea de acción, de trabajo y de anhelos en pro del engrandecimiento de esta querida Loja, que he sentido el apoyo entusiasta e invaluable para poder desenvolverme con eficiencia, ahínco y pulcritud, máxime cuando siento el deber moral, cívico y patriótico de contribuir con mi modesta capacidad al bien ganado prestigio de esta tierra amada.  

Nada es más honorable que un corazón agradecido porque ello encierra comprensión, humildad y abre la dimensión espiritual de la vida. Por todo lo expuesto, quiero dejar constancia de mi gratitud eterna al doctor José Luis Íñiguez Granda, a quien exteriorizo los mejores augurios porque siempre se distinga como un gran referente de la juventud de Loja y del Ecuador y siga siendo el invitado especial en los foros académicos, literarios y culturales latinoamericanos.