El bullicio es evidente
en las calles de mi Loja
que me asusta, me sonroja,
por sus formas sorprendentes.
Las veredas ya no aguantan
la presencia de algunitos
que nos venden al pasito,
me hacen fieros y me espantan.
Los señores informales:
es decir, los ambulantes,
van y vienen tan campantes
ofreciendo delantales.
El problema es que la venta
la realizan en la acera
y se buscan las maneras
de evadir pagar la renta.
El canchón, mis ambulantes,
no es el sitio aconsejado,
es muy sucio, desaseado,
con basura circundante.
No se oponga de adredito,
no propicie el despelote,
no haga uso del garrote,
vaya y venda en su puestito.
No me opongo a su trabajo,
ni a que lleve el pan a casa,
mis señores, lo que pasa,
es que meten el relajo.
Solamente les pedimos
que despejen las aceras;
y sus formas altaneras
que depongan, exigimos.
Vaya, suba a la terraza
y trabaje ordenadito,
con modales, aseadito
y verá que nada pasa.
No transgreda la ordenanza
que prohíbe dichas ventas,
que el trabajo no es afrenta
ni tampoco una venganza.
Hay que actuar autoridades,
con aplomo y entereza
respaldando a la alcaldesa
contra todas las ruindades.
No compremos en las calles,
las veredas, los portales,
en los verdes saucedales
de las Pitas, Centro, El Valle.