Repensar el patrimonio del Centro Histórico de Quito 

Por: Lcdo. Augusto Costa Zabaleta 

Como toda conmemoración, el 35 aniversario de la declaratoria de Quito Patrimonio de la Humanidad representó una oportunidad para repensar balances entre pasado y presente, afirmar o criticar continuidades, genealogías, recrear significados e imaginarios; este tipo de ocasiones constituyen generalmente escenarios de reproducción social, cultural y política de la memoria pública, generalmente interesada en proyectar una «imagen unificada del recuerdo colectivo»; animados por esta lógica cada uno de los aniversarios establece un diálogo con el pasado profundamente determinado por un contexto sociohistórico específico y de esa manera, aunque lo patrimonial se asocia directamente a lo histórico esta vez determinado por construcciones simbólicas del presente que lo convierten en un hecho cambiante y dinámico. 

Asistimos tal vez a la consideración de un sentido de valoración patrimonial que ha desplazado de muchas maneras el significado que sirvió como base para justificar la declaratoria de 1978; en este sentido, es innegable el papel que el patrimonio ha cumplido como instrumento de diferenciación social y exclusión; las políticas patrimoniales de los últimos años han revelado la existencia de esa tendencia a desplazar prácticas culturales y usos sociales del espacio afianzadas por décadas para alentar dinámicas tanto de regeneración como gentrificación o de drástica modernización, dirigidas a fomentar tanto cambio de la composición poblacional como sus usos instrumentales para resolver por ejemplo, problemas de movilidad humana. 

Se conoce el concepto original de «patrimonio de la humanidad fue forjado en el contexto de la posguerra como un dispositivo para enfrentar las amenazas de procesos agresivos de modernización representaron para monumentos históricos sobresalientes», considerados «tesoros irreparables y únicos» en el mundo; se trataba de salvaguardar los bienes culturales consagrados como valioso por las naciones en el marco de la nueva categoría de patrimonio mundial, lo que se introdujo de inicio tensiones y también condiciones de negociación de contenidos culturales con los niveles locales y nacionales, en tanto se trasladó a la esfera global cierto sentido de «propiedad» contenido en la noción clásica de patrimonio. 

Paradójicamente en Quito nace como producto primer descentramiento que experimenta la ciudad cuando transita de un patrón concéntrico de crecimiento, qué estuvo vigente a lo largo de 400 años; las tensiones creadas desde principios del siglo XX por la presencia de sectores subalternos emergentes, que define los usos y apropiaciones sociales del espacio, presionan a las élites a desplazarse hacia lo que será él «Quito Moderno», el centro es abandonado por un sector social que luego lo convierte en la compensación simbólica de su propio desarraigo, en un escenario marcado además por la crisis de identidad nacional derivada de la pérdida territorial ante el Perú. 

Lcdo. Augusto Costa Zabaleta 

Ced. # 1100310455