Benjamín Pinza Suárez
Uno de los hechos históricos de mayor connotación nacional que ha tenido Loja es el gran movimiento federalista del 18 de septiembre de 1859 liderado por Manuel Carrión Pinzano, que, pese a su trascendencia, ha pasado por muchos años casi desapercibido por las autoridades cantonales y provinciales. Esta manifiesta indiferencia de nuestras autoridades ha generado que los estudiantes y gran parte de los lojanos desconozcan por completo estos hitos históricos que marcaron páginas de gloria para esta ciudad y provincia, con lo cual podemos afirmar que, pueblo que ignora su historia, pierde su memoria, sus raíces, su identidad y su horizonte.
La crisis política que estalló en 1859 con todo un conflicto de intereses oscuros, con inestabilidad, golpes de estado y conflictos limítrofes, de lo cual se valió el Perú para invadir el Ecuador bloqueando el puerto de Guayaquil e imponiéndonos el inicuo tratado de Mapasingue (1859-1860), resquebrajó la unidad nacional y lo puso al Ecuador en vilo. En este ambiente de anarquía política, surgieron tres gobiernos: el de García Moreno, en Quito, el de Franco en Guayaquil y el de Jerónimo Carrión en Cuenca. Frente a tan difícil situación, Loja sale por los fueros de la dignidad local y nacional y es la Asamblea Popular que proclama a Manuel Carrión Pinzano como jefe Supremo y Militar de la República Federal de Loja.
Al día siguiente de su posición, Carrión Pinzano convoca a plebiscito. En el Acta del 19 de septiembre, en el primer considerando se manifiesta “Que esta provincia se halla en el deber de gobernarse y regirse por sí mismo…” y en el segundo considerando “, anota: “Que el pensamiento dominante de la República y con especificidad el de esta provincia, es el establecimiento del Sistema Federativo Provincial, que pone en manos del pueblo la dirección y manejo de todos sus intereses”. Y en uno de sus acuerdos, Art.2, expresa:” La provincia declara su voluntad de que se adopte en la República la forma de gobierno federal…”
El Gobierno Federal dio como resultado un apoteósico resurgir de una nueva era intelectual, de una importante gestión en la organización administrativa y atención a las necesidades económicas más urgentes de Loja. Se estructuró la provincia mediante una adecuada división territorial que responda a las demandas locales. Se creó la Universidad Nacional de Loja, la Corte Superior de Justicia, se reglamentó el servicio de aduanas y en el campo económico se estableció la Feria Provincial de Loja, a más de la habilitación del Puerto de Jambelí para el comercio con Guayaquil y otras conquistas más, en apenas un año dos meses de gobierno.
El surgimiento del Gobierno Federal de Loja obedeció a factores de orden histórico, a problemas socioeconómicos, de incomunicación y de cruel aislamiento. Por ello es que Carrión Pinzano eleva su posición contra el sistema centralista de administración que relega a las provincias periféricas al olvido. En cambio, era partidario de fortalecer las provincias como unidades de administración en territorio con capacidad de autogestión para ejercer el poder de manera equitativa, equilibrada entre el poder central y los territorios periféricos, generando descentralización y otorgando autonomía.
Carrión Pinzano sostenía que, entre más centralismo exista, menos democracia y desarrollo habrá y consecuentemente más desigualdades, inequidades, aislamiento, discriminación, pobreza y desocupación, porque para los centralistas, entre más se desconozca la historia, la geografía, la sociología, la cívica; entre más se diluya el sentimiento patrio, entre más los medios de comunicación ligados al gran capital desinformen y no desarrollen un pensamiento crítico y propositivo, mejor oportunidad para rifarlo al país a la voracidad de las oligarquías nacionales y extranjeras. El pensamiento político de Carrión Pinzano debe ser nuestra cátedra diaria, porque el centralismo sigue en pie y si no hay quien luche por la descentralización nos seguirán maniatando nuestro derecho a desarrollarnos y progresar. Hoy mismos estamos viviendo en carne propia la soberbia del centralismo al no haber recibido Loja una sola obra en casi siete años de estos dos últimos gobiernos.