Galo Guerrero-Jiménez
Se dice que en el ámbito de la educación formal en todos sus niveles lo que más debe primar a partir del conocimiento que se imparte en una disciplina determinada, es el de establecer foros de cuestionamiento y debate, en donde la reflexión, el análisis y el pensamiento crítico fomenten la discusión con altura, y el continuo preguntar que es el que eleva el pensamiento y la cognición al más alto nivel intelectual, emocional, y si es posible, espiritual, porque lo que hoy más se necesita es el desarrollo cognitivo de competencias, habilidades y destrezas comunicativo-lingüísticas que nos permitan enfrentar el mundo, a la naturaleza circundante y a la realidad inmediata en la que vivimos a partir del conocimiento profundo de la ciencia, de la técnica, de la investigación y de la cultura para que, en primera instancia, sea el desarrollo y puesta en práctica de una conducta auténticamente humanística a partir de principios que, enraizados en lo más profundo de nuestra conciencia humana, en donde reposa la vida espiritual, sea factible la compartencia desde el ámbito de lo estético, de lo excelso de la bondad humana, del amor, la libertad, la democracia, la disciplina, la responsabilidad, la humildad, la tolerancia y la entrega absoluta, total, a la causa pragmática y ética de un compromiso personal y vocacional para asumir experiencial y altivamente las ocupaciones profesionales, de empleo o de estudio formal que cada ciudadano cultiva a diario.
Por supuesto, para que así sea, solo el camino de la educación a través de la lectoescritura desde una estética y ética del pensamiento metacognitivo y metalingüístico (Guerrero-Jiménez, 2022) de un buen texto en físico o virtualmente seleccionado, y con la mediación y orientación de un docente altamente calificado en el ámbito científico, pedagógico y humanístico, hará posible que, como afirma el escritor lojano Carlos Carrión, “todo estudiante que lee será, en su futuro, mejor profesional y mejor persona; todo profesor, más paciente y más sabio. Más tolerante, más creativo y más humano. Puesto que los libros bien elegidos son portadores del pensamiento y el humanismo de los grandes hombres de todos los tiempos. (…) [En consecuencia,] la lectura pasa a ser, de simple pasatiempo, de simple empleo del poco tiempo libre que ahora existe en un encuentro con lo mejor de nosotros mismos. Con la partícula de grandeza que nos pertenece por destino y que, a lo mejor, la ignorábamos. Con la libertad que a veces nos negamos. Con la belleza que casi siempre desconocemos” (2022).
Esa grandeza para lo humano, que sí la poseemos porque, gracias a Dios, nuestro cerebro viene estructurado narrativa, creativa e imaginariamente dispuesto para poner en práctica muchas de las habilidades que nos son inherentes, pero que, solo desde la educación tanto familiar como formal, podemos enfrentar el quehacer de nuestra vida cotidiana, tal como lo aseveran Facundo Manes y Mateo Niro: “Una de estas habilidades es la capacidad de resolver problemas complejos, es decir, encontrar respuestas novedosas a situaciones difíciles. Igualmente, la creatividad humana será esencial y, por eso, los roles que la requieran no podrán ser fácilmente reemplazados. La sensibilidad estética es una de esas: si bien la tecnología puede aportar mucho, la emoción contenida en una obra literaria [por ejemplo,] no puede provenir más que de la experiencia humana” (2021).
En consecuencia, la mejor opción está en “la escritura alfabética, los libros, los ordenadores, la red de Internet y, al final, la inteligencia artificial, todos ellos son prótesis para el pensamiento que fortalecen la capacidad de nuestro cerebro, puesto que con ellos podemos acceder a unas cantidades muchísimo más grandes de información y analizarlas que si la única herramienta que tuviéramos a nuestra disposición fuera nuestra cabeza” (Kovac, 2022), a través de la cual, por supuesto, es factible el desarrollo de la capacidad cognitiva desde la fortaleza de la educación en la lectoescritura para el fortalecimiento de la creatividad, de la imaginación, la tolerancia y la sensibilidad estética, que nos permitirán actuar con un pensamiento analítico, crítico, creativo, axiológico y ecológicamente asumidos en el actuar de nuestra vida personal y democrática.