El infame engaño a los bachilleres

César Augusto Correa

elcesarbelt@gmail.com

Candidatos presidenciales de la derecha, desde 2021, se comprometieron expresamente a aprobar el libre ingreso a la universidad, lo que implicaba la eliminación del examen de ingreso y la posibilidad de que el bachiller fuera recibido como alumno en la carrera y universidad que solicitare. Lasso, ignorante en el tema, inclusive ofreció suprimir el Senescyt, como una vendetta para calmar los rencores de los jóvenes, supuestamente perjudicados por dicha institución.

Quienes hacían esas promesas sabían bien que era algo imposible de cumplir, pero que esa mentira sería muy rentable en votos. Seguramente, decenas de miles de jóvenes, desconocedores de la realidad, cayeron en la trampa.

Cuando Guillermo Lasso ganó la Presidencia, gran cantidad de bachilleres o de jóvenes que estaban estudiando el bachillerato se habrán sentido felices, aliviados, optimistas, motivados por la esperanza de que el nuevo presidente eliminaría los exámenes de ingreso y que podrían matricularse en la universidad de su libre elección. Hoy, seguramente, se hallan profundamente frustrados porque en lugar de haberse solucionado su problema se ha complicado.

Lo raro y sorprendente es que en la presente campaña electoral se ha vuelto a prometer el libre ingreso a las universidades, mientras la prensa ha publicado cifras que indican que la tendencia va en dirección contraria. Por ejemplo, Diario Crónica, el 13 de septiembre, publicó que la Universidad Nacional de Loja ha recibido 14.500 solicitudes de ingreso, pero solo había cupo para 2.500, es decir, que 12.000 de esos bachilleres se quedarán sin ingreso. Si recordamos que en 2009 los que solicitaron matrícula fueron 8.000, que la UNL en esa ocasión recibió a 3.500 y solamente 4.500 fueron rechazados, es decir la tercera parte de los que hoy no podrán matricularse, podemos comprender claramente que la dificultad tiene magnitudes mucho más grandes, que la situación ha empeorado…

De ganar la Presidencia el candidato neoliberal, hará lo mismo que Moreno y Lasso, le negará asignaciones presupuestarias a la universidad ecuatoriana y hasta podría hacer recortes, con lo cual no será posible que las mismas puedan ampliar su capacidad para recibir estudiantes; por lo tanto, dentro de un año tendremos que serán más de 12.000 los bachilleres rechazados por la Universidad Nacional de Loja.

Para iniciar la reducción de la cantidad de jóvenes que se queden sin poder continuar sus estudios, lo que procede es ir en dirección contraria a la del neoliberaismo; se necesita una presidenta que les devuelva y les incremente sus rentas a las universidades públicas, para que estas tengan fondos para crear más carreras y multiplicar los cupos.

Esa es la disyuntiva que tienen los jóvenes y sus familiares, eso es lo que se juega el 15 de octubre, se vuelve a caer en el engaño neoliberal, que mantendrá las universidades a pan y agua, sin posibilidades de crecer, o se toma el camino de la salvación, el de colocar en la Presidencia a quien tiene la firme decisión de elevar significativamente los presupuestos de todas las universidades públicas. Escoja usted.