Numa P. Maldonado A.
Sí, hay expectativa en el país por escuchar y ver el debate del próximo domingo, primero de octubre, entre Luisa González de Revolución Ciudadana y Daniel Noboa de Alianza ADN; debate con cuatro ejes temáticos (economía, seguridad, social y político), dos horas de duración (19 a 21 horas), una normativa especial, y moderado por la periodista Ruth del Salto.
Hay opiniones divididas entre los “expertos” en análisis de eventos de este tipo: para unos, indiferente de lo que digan, cómo lo digan o cómo se presenten los debatientes, el debate poco influirá en lo que se considera previsible por lo que dicen las encuestas más serias y asoma como tendencia inamovible: el triunfo de Noboa en las elecciones del 15 de octubre; otros, creen en cambio que, los últimos 15 días de la campaña, que incluye el debate, como lo demostró el resultado del último sufragio que permitió el actual balotaje, son de extrema importancia. Personalmente me inclino por este último criterio y agrego un elemento más: la desconfianza que tenemos miles de electores por un fraude en ciernes que favorezca a la “Revolución Ciudadana”, fraude que tiene serios fundamentos… Todo lo cual hace impredecible a la próxima “fiesta electoral”.
Ojalá el fraude electoral sea solo un rumor y no atente a lo poco que nos queda de democracia en un país con tantas crisis, y qué el futuro (a) presidente del país tenga el respaldo de unas elecciones transparentes y honradas.
Volviendo al debate, ¿qué es lo que predeciblemente podríamos oír de Luisa González o de Daniel Noboa? Lo que sus conspicuos asesores les digan… Por ejemplo, a doña Luisa, que no siga repitiendo que su principal asesor seria el expresidente Correa y en consecuencia haría lo que “ya lo hicimos”, afirmación que se presta a muchas interpretaciones; o a Noboa, que “trate de borrar” el efecto negativo que la opinión de su binomio, la Sra. Abad, tiene sobre un presunto manejo privado de la Salud Pública o del Seguro Social, y puede tener a “estas alturas del proceso electoral”, por decir algo… Y por supuesto, acompañar a estas alocuciones, en el acto del debate, con gestos, tonos de voz, miradas y hasta vestimenta exterior y look, apropiados, pensando siempre en lo que los asesores consideren el mayoritario grupo de electores (en este caso de radioescuchas o televidentes), que son en definitiva quienes tienen la última palabra en la elección (cosas tan baladíes, como el color de los zapatos rojos, en las eleeciones presidenciales anteriores, tienen mucha importancia, según los “expertos”). Todo esto nos hace pensar que estos debates tienen mucho de subjetividad, y de maña estratégica, y no mucho por mostrarnos la real verdad, o cual de los contendientes es el más capacitado para gobernarnos.
Algo más cercano a este deseable objetivo (elegir al mejor) sería el que nos esmeráramos a escuchar el debate en grupos maduros, tolerantes, con suficiente capacidad de análisis y alejados de fanatismos. Con capacidad de considerar como elemento de juicio no sólo el debate sino otros factores: grupo ideológico o político al que pertenece, formación, valores, personalidad, potencial de dignatario del candidato…
Jueves, 28 de septiembre de 2023