Escribir más que oficio es destino – (2)

Augusto Costa Zabaleta

La sagrada misión de Orientar la Opinión Pública con veracidad, dimensionando el espíritu de libertad y caracterizando el análisis la sana crítica con transparencia y objetividad, con estirpes de nobleza intelectual y sólidos principios de protagonismo en normas de  ética y moral, ratificando el sano criterio de que la verdad nos hace libres y que la esencia del saber generar razón, esa es indudablemente la magnificencia del periodismo.

Una generación de élite especializada en la ciencia milenaria y el espacio etéreo, con un contexto generacional cultural de renovación y liderazgo, de lealtades, principios y valores, patetiza al periodista como pionero de la comunicación, constituyendo el primordial valor científico y social para entrelazar a los pueblos del planeta.

El oficio solo imprime una ocupación habitual, una función o arte mecánico destinado a preparar servicios de diligencias eficaces; en cambio el destino encadena el suceso por disposición de la providencia necesariamente como una consigna o señalamiento que asigna al periodista un galardón de dignidad y una sagrada misión histórica, como a un ser predestinado a la más noble de las misiones.

 El periodista es el vigía y combatiente en contra del imperio de la impunidad, de la fuerza y del miedo, porque estas execrables degeneraciones conmocionan, anulan y enajenan los sentidos, debilitan la fortaleza de los sentimientos y lesionan la majestad de la verdad y la razón.

Las páginas de la vida no solo se escriben, con puño y letra, si no que fundamentalmente, se las rubrica con la actitud permanente de la bondad, el ejemplo de la dignidad y el respeto, congénitas elocuencias del ser, sabiduría del alma y filosofía de la cruz.

“Un estado puede ser agitado y conmovido por lo que la prensa diga. Pero ese mismo Estado puede morir por lo que la prensa calle. Para el primer mal, hay un remedio en las leyes; para el segundo, ninguno. Escoged, pues entre la libertad y la muerte” Luis A. de Bonald. En esta verdad se refleja el credo, la piedra filosofal y el destino del periodista.