Efrén Sarango Palacios
Este mes es del derroche,
de la cuota en el trabajo,
del tremendo desparpajo,
del traguito y “pelecoche”.
La mañana, tarde y noche,
nos ocupan la memoria
con el cuento, con la historia
del regalo, de la cena
que nos causa mucha pena
sin dinero, bono y gloria.
Cuota, cuota por arriba,
cuota, cuota por abajo,
cuota, cuota ¡del carajo!
y miradas desabridas.
Ayayay, en estos días
del amigo (bien) secreto
el dinero es muy discreto
y no alcanza para nada,
lo gastamos de la alzada
y quedamos esqueleto.
Compraremos en estuche
un juguete baratón,
un carrito de cartón
y un osito de peluche.
Tengo un pana que es bien “buche”
que se alista, es evidente,
con un litro de aguardiente
y dos cajas de tabaco;
este man es bien verraco
y se chuma muy frecuente.
Compraré dos chocolates
para nietos y sobrinos,
tres naranjas, dos pepinos
y una sarta de sambates.
Esta fiesta del dislate
nos exprime la chauchera
y hay que ver las mil maneras
para dar un regalito,
una torta y cafecito
a los hijos, tíos, nueras.
Compraré para Benito
una espada, una pistola,
colombinas, una cola
y un sabroso chupetito.
Compraré a mi nietecito
un disfraz de Superman,
el tridente de Acuaman
y una bolsa de canicas
y a mi nieta Federica
un bombón de mazapán.