El psiquiatra infantil, Cristóbal Martínez Gómez (cubano), plantea a los maestros que, a la hora de enseñar, deben tener presente diez carencias básicas que los niños tienen al iniciar la vida escolar (5-6 años). Entre aquellas necesidades que requieren ser satisfechas en esta edad son: afecto, seguridad, aceptación, aprender, satisfacer la curiosidad, cuidados, ambiente estable, socialización/juego, autonomía y manejo de la inteligencia emocional.
La mayor necesidad que tiene el niño en edad escolar es el afecto. Él necesita ser querido, que la gente lo aprecie, porque tiene “hambre de afecto primario” (Levy), que se manifiesta cuando no recibe cariño suficiente, cuando es rechazado, lo que a la postre le llevará a ser persona fría e indiferente. También necesita seguridad, estar respaldado por alguien, carecer de temores y ansiedades, lo que le permitirá adquirir habilidades necesarias para la vida.
El niño requiere aceptación; es decir, ser admitido, caer bien, entablar empatía con grupos humanos, sean sus compañeros, sus maestros, su entorno educativo, social y familiar; eso le dará seguridad y autoconfianza. El niño necesita aprender, pero no por obligación, sino porque le nace, porque tiene sed de saber. Y se une a este deseo la curiosidad por explorar lo nuevo, por aprender, que lo hace con una lluvia de preguntas como: ¿por qué?, ¿para qué?, ¿cómo?, ¿dónde?, ¿quién?, ¿cuál?, ¿cuándo?
Necesita el niño de cuidados, porque desconoce el peligro; incluso hay que protegerlo de él mismo, porque a veces pone en riesgo su salud, su integridad física, su vida propia, como afirma Arnold Gessel. También necesita de gozar de un ambiente estable, armonioso y tranquilo; los hogares disfuncionales le traen momentos de angustia y ansiedad. Además requiere el niño de la socialización y del juego, en donde aprenderá a reconocer sus derechos y obligaciones, especialmente en el seno familiar y el ambiente lúdico de sus amigos.
Y por último, los niños necesitan autonomía y vivir la inteligencia emocional. Autonomía, en el sentido de independencia, capaz de que poco a poco vaya decidiendo qué debe hacer y qué no. La inteligencia emocional tiene que ver con toda esa gama de sentimientos que se vive en el hogar los primeros años de infancia. Pues, aquí es donde el niño aprende a valorar los triunfos y las derrotas, la persistencia, la capacidad de motivarse a sí mismo, el poder controlar los impulsos para experimentar la voluntad y el carácter.
Pero, ¿quién tiene que satisfacer estas y otras necesidades del niño en la edad escolar? Indudablemente la familia. Ella es la principal fuente da satisfacción y en la medida en que el hogar cumpla con esta obligación, el niño desarrollará su conducta psicológica adecuada, caso contrario tendrá serias dificultades de adaptación en la escuela, en el círculo de amigos, en el medio social. No puede eludir de esta responsabilidad, el ambiente escolar y por su puesto la sociedad en su conjunto.
Luis Antonio Quizhpe– jasluisnap1@gmail.com